Lunas y el tiempo se detuvieron,
complices en el silencio,
sus palabras vestidas de negro,
en el ùltimo hàlito tenue y mudo
plasmado en capullo.
En medio del alba,
emplazò a la muerte a un duelo,
con las armas que ella quìzo.
Que importa que tuvo que tragar
sus palabras desafiantes
si sus versos deambulan en el viento,
en el mar y en su pueblo de Reloncavì.
sospecho que si va con las gaviotas,
sus soñados tulipanes
cayendose marchitos de la luna,
recitaran sus semillas labradas en làgrimas.
Hay ecos
de prestado silencio
de robada paz
en su epitafio.
Su poesìa, una esperanza mas,
un mero intento
de parecerse a sì mìsmo,
y yo a ti padre del alma.
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